Es muy común escuchar que alguien tiene como mascota a un perro o a un gato, pero también hay aquellos que prefieren irse por seres mucho más pequeños pero sumamente sorprendentes: los peces.
Verlos dar vueltitas iluminando el agua con sus colores, tocar las paredes de la pecera para que se acerquen a ella, morir de miedo cuando se les cambia el agua… y es que cuidar a un pez es una tarea sumamente compleja que fácilmente nos tomamos a la ligera, porque, ¿qué tiene de difícil llenar un vaso o florero de agua, ponerle piedritas de colores, gotas para que el agua se pinte azul y echar al lindo pececito dorado a nadar?
¡Pues no! Crear un hábitat para nuestra pequeña mascota es una tarea que debe ser realizada a conciencia y bajo altos estándares de calidad. Filtros, piedras, luz, termostato, plantas y demás decoraciones son solo algunas de las características que deberíamos de tomar en cuenta al pensar en construir un acuario casero –por pequeño que sea–. Porque no basta con que se vea bonito y muy decorado sino que tiene que ser un espacio perfectamente compatible y habitable para cualquier animal acuático que queramos poner dentro.
Además, antes de elegir a la ligera, debes de conocer muy bien el tipo de pez al que le estás creando un nuevo hogar y qué es lo que buscas en él: su tamaño, personalidad, necesidades específicas y cuidados; porque así como los hay muy sociables y pacíficos, también los hay agresivos, solitarios y territoriales. Así que mucho cuidado si planeas tener peces de distintas especies juntos.
Así que asesórate con un experto, mira videos en Youtube e investiga bien en páginas especializadas, porque un pez requiere de estimulación y condiciones para poder vivir bien –la vida en los acuarios y tiendas de mascotas es sumamente distinta a la que pueden tener si los llevas a tu casa–; porque al llevarlo a vivir contigo estás tomando una pequeña gran responsabilidad en tus manos.